El ecosistema microbiano humano Ackerman, Jennifer
Las investigaciones sobre nuestro microbioma arrojan luz sobre los beneficios que las bacterias aportan a la salud.
Hace un tiempo se consideraba a los humanos
como islas fisiológicas con capacidad de regular su funcionamiento
interno. Se creía que nuestro cuerpo sintetizaba todas las enzimas
necesarias para descomponer los alimentos y utilizaba los nutrientes
para alimentar y reparar nuestros tejidos y órganos. Que las señales
procedentes de nuestros tejidos dictaban estados corporales como el
hambre o la saciedad. Y que las células especializadas de nuestro
sistema inmunitario aprendían por sí solas a reconocer y atacar los
microorganismos patógenos al tiempo que respetaban nuestros tejidos.
Sin embargo, en el último decenio se ha demostrado que el cuerpo humano
no es tan autosuficiente. Más bien se asemeja a un complejo ecosistema o
red social que contiene billones de bacterias y otros microorganismos
que habitan la piel, las zonas genitales, la boca y, sobre todo, los
intestinos. De hecho, la mayoría de las células del cuerpo humano no son
humanas. Las células bacterianas que albergamos en nuestro interior
superan a las humanas en una proporción de diez a uno. Por otra parte,
la comunidad mixta de microorganismos y de genes que estas contienen,
denominada microbioma, no nos amenaza, sino que nos ofrece una ayuda
vital en los procesos biológicos básicos: la digestión, el crecimiento y
la inmunidad.
Se han realizado importantes progresos en la caracterización de las
especies microbianas más prevalentes del cuerpo humano. Hace poco se han
empezado a identificar los efectos de esos residentes. Con ello se está
adquiriendo una nueva visión sobre cómo funciona nuestro organismo y
por qué ciertas enfermedades modernas, como la obesidad y los trastornos
autoinmunitarios, van en aumento.
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